DENLES USTEDES DE COMER


Hoy platicaremos de uno de los pasajes bíblicos con más resonancia dentro del Nuevo Testamento. Tanto que lo encontramos redactado ¡6 veces! La multiplicación de los panes.

Viajemos un poco en el tiempo, Jesús lleva todo el día predicando la buena noticia a cuantos lo escuchan, ya curaba a algún enfermo, ya le acercaban otro. Seguramente no lo dejaron en paz en todo el día y él no se quejaba porque veía la necesidad de Dios de toda aquella gente. Sin embargo, a pesar de tantas ocupaciones, el cuerpo tiene necesidades y es momento de merendar y buscar refugio para pasar la noche. “Sintió compasión de ellos” (Mc 6, 34a); Jesús sabía de la necesidad tan grande quienes lo seguían, tanto de cosas tan profundas como su palabra y sus milagros, como de lo trivial como comer y dormir.

En la mayoría de los milagros que nos relatan los evangelios, la persona es quien se acerca a Jesús para pedirle el favor, pero aquí la gente no dice nada, están tan absortos en su palabra o a lo mejor esperando turno para presentarle algún enfermo, que no se dan cuenta ni de la hora. Más Cristo sí lo sabe, se compadece y actúa. Si algo caracteriza a Jesús es siempre involucrar a sus seguidores en sus planes, aunque no siempre les aclara desde el principio cuáles son. Nos dice Juan que Jesús ya sabía lo que iba a hacer, pero de todas formas se divierte con sus apóstoles; y le pregunta a Felipe de dónde sacarán comida para alimentar a todas aquellas personas. ¡Pobre Felipe! No la veía venir, hizo el cálculo y llegó a la conclusión de que apenas con 200 denarios alcanzarían a comprar comida para todos. Dos pequeños detalles, ni tenían los denarios, ni había tienda para surtirse. Plan B, buscar entre la gente a ver quién pudiera cooperar.

Andrés se encuentra con un muchacho y su refrigerio, algo pequeño 5 panes y dos peces. Parece poco, pero a Jesús no le importa, toma el pan, da gracias a Dios y después ordena a los apóstoles repartirlo. ¡Si tan solo hubiera tenido Jesús una cámara para tomarle una foto a Felipe o a Andrés cuando les dijo esto! Un absurdo total, repartir esa miseria entre tanta gente. Pero, como probablemente ya estaban acostumbrados a las locuras del maestro, siguen las instrucciones y, efectivamente, todos alcanzan y hasta sobra.

Este relato tiene muchísimos elementos, el que nos interesa en este momento es el amor infinito de Jesús para su gente. Los ve y se enternece hasta lo más profundo porque son como ovejas sin pastor. La misericordia es el amor en lo profundo que invariablemente desemboca en actos concretos. Mas al Señor no le gusta hacer las cosas solo, involucra a sus seguidores, a los cercanos y a los no tan cercanos. Los apóstoles por sí mismos son incapaces a alimentar a la multitud, pero la instrucción está ahí: “Denles ustedes de comer” (Mc 6, 36b). En cada momento de nuestra vida, Jesús nos pide que ese amor visceral que él siente, nosotros lo demostremos con actos concretos. Sin importar que nuestras capacidades no sean suficientes para la tarea; Felipe y Andrés consiguieron la ayuda de un muchacho, y pudieron comprobar, los tres, cómo cualquier cosa en manos del Maestro, si se deja en total abandono, es capaz de tener alcances inimaginables.




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