
Desde la creación del hombre, Dios le dio la libertad. La instrucción fue clara, "Pueden comer del fruto de los árboles del jardín, mas del fruto que está en medio, no coman ni lo toquen porque morirán" (cf Gn 3, 2-3). Eva se deja engañar por la serpiente y come del fruto prohibido. Del mismo modo, Adán, persuadido, no obligado por su esposa, cae y desobedece a Dios. ¿Por qué? Porque pudo y porque quiso.
Sin embargo, no pensemos que la libertad se limita a nuestra capacidad de caer o no en tentaciones, vayamos más allá. La verdadera libertad dada por Dios es la capacidad de escoger entre dos o más cosas buenas. Por ejemplo, un estudiante al escoger entre varias opciones de profesiones, o un profesionista escogiendo entre dos o más ofertas de trabajo. Constantemente tenemos frente a nosotros opciones y tenemos que tomar decisiones basándonos en lo que podemos y queremos hacer. Sabiendo encauzar esta libertad es cómo podremos llegar a nuestra plena realización.
Así como mencionamos el ejemplo de la caída de Adán y Eva, tomemos ahora el ejemplo de Jesus. El, pudiendo salvar al mundo quedándose en el cielo, decide venir a la esta tierra, vivir y morir como lo hizo. ¿Por qué? Porque pudo y por qué quiso. "A mí nadie me quita la vida, yo la doy porque quiero" (Jn 10, 18). Es uno de mis versículos favoritos de la Biblia, porque en él veo la decisión que tomó Jesus y que debo de tomar yo; el amor. Cada momento de la vida de Cristo de está plagado de su amor, un amor que va más allá de un sentimiento, un amor entregado, fiel hasta las últimas consecuencias. Sus prédicas, milagros, anécdotas... Todo lo que hace y deja de hacer es para cumplir un objetivo claro: enseñarnos el camino derecho y sin escalas al Padre.
Entonces, veamos cómo toma Jesus decisiones y aprendamos del él. Primero, debemos tener objetivos claros; ya sea en temas terrenales cómo escoger una profesión o espirituales cómo alcanzar la santidad, debemos tener muy claro dónde estamos y a dónde queremos llegar. Segundo, todas nuestras acciones deben ayudar a cumplir ese objetivo. Es importante tener en cuenta que habrá momentos cuando no tengamos idea que decisión tomar, se vale y la solución es sencilla, infórmate y pide consejos. Jesus, antes de elegir a sus 12 apóstoles oró al Padre toda la noche. Imitémoslo, antes de tomar una decisión importante, investiguemos las opciones, pidamos opiniones, pongámonos en manos de Dios y así sabremos por donde ir. Un sacerdote muy sabio me dijo: "una decisión bien pensada nunca estará equivocada". Y finalmente abraza las consecuencias de tu decisión; con esto no me refiero a cosas negativas, sino a todo lo que viene después de tu decisión, por ejemplo, si decides casarte, ama a tu pareja todos los días y vive con las consecuencias de elegirla, como verla todos los días, formar una familia, etc.
Así que a partir de ya haz las cosas porque puedes y porque quieres. Ponte objetivos claros, encomiéndate al Señor y ve tras ellos. Así podrás vivir una vida plena y con la menor cantidad de remordimientos. Agradécele a Dios el don de la libertad ejerciéndola plenamente, usándola para alcanzar tu felicidad y la de quienes te rodean. Verás así, al llegar al final de tus días, que todo valió la pena y serás feliz no sólo al final del camino, sino mientras lo vas recorriendo.
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