¿CON LA CALMA O CON LA PRISA...?

A veces cuando voy manejando, me encuentro con embotellamientos, y la verdad es que no alcanzo a comprender la necedad de la gente de tocar el claxon en esas situaciones. Entiendo que todos tenemos lugares a donde ir, personas que nos esperan, pero ¿acaso con el sonido del claxon de forma milagrosa desaparece el tráfico? Y como ese ejemplo, nos topamos con muchos más de cómo las personas vivimos en constante prisa. Sin fin de actividades y compromisos nos tienen corriendo de un lado a otro, a veces personas que viven bajo el mismo techo pasan días sin verse por culpa de tantas "cosas que hacer".


Sin embargo esa no es la única realidad que vivimos, también hay quien está en el otro extremo, gente que le pide permiso a un pie para mover el otro; siempre aplicando la ley del mínimo esfuerzo y postergando la mayor cantidad de actividades. Aquí lo interesante es reflexionar, ¿en cuál del los dos grupos estamos? ¿Es sano el estilo de vida que llevamos? ¿Será necesario hacer algún ajuste?

Dicen por ahí que "en medio está la virtud" y justo ese el punto que quiero meditar.  Pasamos toda la vida corriendo, en medio de mil ocupaciones y corremos el riesgo de no disfrutar lo que hacemos o incluso dejar pasar muchas oportunidades por estar enfrascados en nuestros objetivos. Pongamos un ejemplo: un estudiante quiere graduarse con mención honorífica, un objetivo bastante bueno en sí mismo, pero resulta que para lograrlo deja de tener amigos, ya no le habla a su familia y se la vive metido en la biblioteca. Efectivamente su título dirá mención honorífica, pero las demás habilidades necesarias para conseguir un trabajo no las habrá desarrollado. Similar pasa con quien se la pasa volándose clases, faltando tareas, en un afán de divertirse, desaprovechó la oportunidad de aprender cosas nuevas.



El meollo del asunto es, entonces, encontrar un sano equilibrio. Bien dice el refrán que la pereza es la madre de todos los vicios; el tener tiempo libre de más nos lleva a solo criticar lo que hace el otro, nos da tiempo de hacer travesuras (unas menos sanas que las otras), en fin, es la puerta ancha por donde entra el demonio. Es por eso que Jesús es un ejemplo de constante actividad, su apostolado es continuo, porque sabe la importancia de su misión. Sin embargo, también encontramos en la Biblia pasajes donde Jesús manda a sus apóstoles a descansar, ¡Él mismo se queda dormido en la barca!

Y, por si el saber encontrar el equilibrio entre la actividad y el descanso no fuera suficiente, agreguemos una variable más: la oración. Es impensable estar en los caminos del Señor y no guardar ratos del día exclusivamente para platicar con el maestro. Es en la oración donde cada aspecto de nuestra vida (escuela, trabajo, familia, amigos, pareja, apostolado....) encuentran su sentido. Donde cargamos la pila para poder salir adelante y cumplir esa hermosa misión que Dios nos encomendó.

Así que te la paso al costo, ¿para qué lado está inclinada la balanza de tu tiempo? Hoy te invito a que reflexiones, y no sólo eso, a que hagas los ajustes necesarios. Tus actividades diarias son muy importantes, pero si no descansas lo suficiente en algún momento dejarás de rendir. Tampoco caigas en la tentación del mínimo esfuerzo, la misión que Dios te dio es muy importante y merece todo de ti. Y por último, nunca descuides la oración, ahí el Creador te ira indicando el camino a seguir hacia tu plena realización y la salvación de muchas almas.

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