CAER O NO CAER ¿SERÁ ESA LA CUESTIÓN?

Estamos por concluir el tiempo de la Cuaresma, y durante estas semanas seguramente has escuchado invitaciones a confesarte, no caer en la tentación, convertirte… Todo esto está genial y debemos hacerlo, pero ¿realmente sabemos qué significa o sus implicaciones?

Vamos empezando por el principio, identifiquemos las diferencias entre tentación y pecado. Según el diccionario, la tentación es la solicitación al pecado inducida por el demonio. Es decir, sólo es una invitación hecha por el diablo, no significa nuestra aceptación. Jesús mismo fue tentado, pero al no aceptar esa invitación, nunca pecó. 

Así como Dios hace todo lo que puede para lograr nuestra felicidad, el maligno hace su parte para quitárnosla, el reto para nosotros es saber diferenciar ambas voces y hacerle siempre caso a Dios. El diablo es sumamente inteligente y nos presenta su propuesta de vida de una forma muy atractiva, de lo contrario nunca le haríamos caso. 

Veamos el tan conocido caso de Adán y Eva y nos daremos cuenta de que su situación no es tan distinta de nuestra realidad. 

  • Ellos vivían felices en el Edén, igual que tú o yo en la escuela, trabajo, con la familia…
  • Llega la serpiente, el mas astuto, de los animales y les cuestiona su vida. A lo mejor una mala compañía, una lectura o incluso nuestros propios pensamientos nos hacen creer que las cosas no andan tan bien como creíamos
  • La serpiente dialoga con Eva y le “vende” la idea de que si desobedece a Dios será la más inteligente. A lo mejor en nuestro caso consentimos decir una mentira para salir de un problema, o nos justificamos en nuestro carácter cuando herimos a alguien
  • Después viene la fascinación. Eva se imaginó siendo como Dios, nosotros nos vemos divirtiéndonos en esa fiesta a la que no tenemos permiso de ir, o comprándonos un lujo el cual no podemos costear…
  • Y si el diablo se sale con la suya, caemos en la tentación. En este momento la tentación se convierte en pecado. Cuando decidimos descaradamente darle la espalda a Dios y seguir nuestros caprichos. 
  • Luego llega la vergüenza, Adán y Eva se dan cuenta de su desnudez y se cubren con lo que pueden. Nosotros ya no podemos ver a los ojos a aquella persona a quien ofendimos o sentimos un vació el cual no podemos explicar. Intentamos racionalizar por qué no somos felices a pesar de “habernos salido con la nuestra”
  • En el mejor de los casos, lo siguiente es el arrepentimiento. Ya caímos, estamos viviendo las consecuencias de nuestras acciones y decidimos hacer un cambio de vida. El verdadero arrepentimiento lleva consigo la conversión, y una conversión sin ser mágica o de un día para otro, sino constante y para toda la vida. Una conversión verdadera nos lleva a pedir ayuda al Señor y a buscar nunca más separarnos de su lado.


La Cuaresma todavía no acaba, aprovecha este tiempo tan especial para hacer un examen de conciencia a fondo, no sólo de lo que has hecho mal, sino también del bien que has dejado de hacer. Si te sientes tentado, no juegues con fuego, huye de esas situaciones y personas que te pueden alejar del camino; y si de plano no te queda de otra, pídele a Dios su gracia para salir victorioso. Dios le da chance al demonio de tentarnos para fortalecernos en alguna virtud, pero debemos poner de nuestra parte con la oración, la vida sacramental y en comunidad, la lectura de la Biblia, y así el victorioso será Dios, no el enemigo. Basta católicos bajos en calorías contentos con ir a misa los domingos y vivir sin Dios los demás días de la semana. Cristo necesita fieles enamorados de él y de su proyecto de vida, capaces de amar hasta las últimas consecuencias. Anímate a decirle no al pecado y sí al amor, te prometo, no te arrepentirás.

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