
Hoy es un buen día para que pongas en silencio todos los ruidos a tu alrededor y pienses qué te gusta de ti mismo. Desde tu amor por la comida (¡sin tacos no puedo vivir!), hasta las cualidades que te han llevado a donde estás. A lo mejor eres muy organizado y metódico, o eres bastante creativo; te gustan los números o prefieres el arte; introvertido o extrovertido… Esas cosas te hacen quien eres, una persona maravillosa con una gran misión por cumplir.
Segundo paso, ¿qué quieres en la vida? A lo mejor terminar una carrera profesional, comprar un carro o una casa, formar una familia… qué sé yo, montones de metas que nos llegamos a plantear. ¿Las tienes claras? O vas deambulando por la vida dejándote llevar por las situaciones sin tener compromisos concretos. Si Dios te creó es porque tiene un gran plan para ti, y si te creó con tales o cuales cualidades son porque te valdrás de ellas para cumplir ese plan.
Tercer paso, cada decisión tomada debe encaminarte a cumplir tu misión. Desde las más pequeñas hasta las más grandes. Por ejemplo, si buscas hacerte de un carro o de una casa, cada quincena ahorra una parte en lugar de despilfarrar todo; si quieres encontrar a esa persona especial para formar una bonita familia, búscala en lugares sanos y sé tú la persona con alguien más se quiera encontrar. Del mismo modo, como cristianos debemos tener siempre objetivos por los cuales estemos trabajando y el máximo de estos debe ser la santidad.
¿Y cómo se llega a la santidad? Don Bosco nos responde de una manera muy sencilla y efectiva: “estando siempre alegres”. Justo por eso se empezó este escrito por buscar conocernos mejor. ¿Qué te hace realmente feliz? No hablo de alegrías pasajeras, sino de esa felicidad profunda, verdadera, permanente. El secreto de la verdadera felicidad está en el amor. ¿Amas lo que estás estudiando o donde estás trabajando? ¿Amas la gente con quien convives diariamente? ¿Amas tu proyecto de vida?
¡Ámate! Tal y como Dios te ama, ama tus virtudes y crécelas, trabaja en tus áreas de oportunidad dejándote moldear por Dios. Ama a las personas con quienes convives, ama a tu hermano latoso, al compañero complicado, al jefe molesto. Ama a tu pareja, a tus amigos, ama al desconocido que pasa por la calle. Está comprobado por diversos estudios que las personas activas en actividades de servicio a los demás sufren de menos depresión, menos estrés, mayor autoestima, tienen una vida más larga, entre otras cosas. Ama el lugar donde vives y cuídalo, sólo tenemos este lugar para vivir, y es el mismo en donde vivirán las siguientes generaciones, lo menos que podemos hacer es dejarles un lugar digno. Y por sobre todas las cosas ama a Dios. Basta de confiar sólo en nosotros mismos, o en quienes dicen tener la razón pero nos llevan por caminos de vacío y soledad. Mediante la oración, la lectura de la Biblia y los sacramentos encontramos las respuestas a nuestra vida y los mejores consejos para ayudar a los demás.
Ya lo sabes, Dios te mandó a este mundo a ser feliz y a contagiar esa felicidad al que se deje y al que no. Toma el protagonismo de tu vida, haz que las cosas sucedan siempre guiado por el amor y te prometo, encontrarás la realización aquí en la tierra y la felicidad eterna en el Reino de Dios.
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