Vivimos en un mundo donde la moda es estar delgados, por lo que muchas empresas de alimentos han sacado dentro de sus productos, líneas light o bajas en calorías. Lo triste es que pareciera que este principio también aplica a los católicos. Cuando recién resucitó Jesús y vino el Espíritu Santo sobre los apóstoles, ellos salieron a predicar como si su vida dependiera de ello; ahora hasta nos da pena santiguarnos al pasar frente a una parroquia. Es menos del 10% de los católicos quienes van a misa, y entre las razones con la que más me he topado es: "yo creo en Dios pero no en la Iglesia".
Esta aseveración, debería cuestionarnos en muchos sentidos. Pero vámonos por partes. Primero me dirijo a ti que vas a misa todos los domingos y a lo mejor hasta estás activo en algún grupo de la Iglesia. ¿Te has puesto a analizar qué testimonio das? Cuando la gente te mira por la calle ¿ve en tu rostro a Jesús? No dimensionamos el efecto que tenemos en los demás, debería ser un reto diario el lograr que persona que interactúe con nosotros, aunque sea en la más insignificante manera, se quede con un buen sabor de boca. Pero ahí no queda la cosa, además del testimonio, ¿cómo está tu vida interior? Nadie puede dar lo que no tiene, así que si queremos dar amor, debemos llenarnos del Amor. Lo lograremos a través de los sacramentos, la lectura de la Biblia, la oración y las obras de caridad... Si lográramos vivir como católicos hechos y derechos, habría menos personas peleadas con la Iglesia, ¡al contrario! hasta se les antojaría entrar.
En segundo lugar, me dirijo a ti, que solo vas a misa cuando te nace y que no piensas decirle tus pecados a alguien igual o peor de pecador que tú. Hablar es muy fácil, yo puedo dar mi opinión de cualquier tema que se me presente, qué tan buena sea, dependerá de cuán informada esté. Mismo caso, es muy sencillo criticar, pero primero aprendimos a caminar que a hablar. Así que te invito a acerarte a tu comunidad, a platicar con el sacerdote; confesarte e ir a misa; a que te integres a algún apostolado. En resumen, acércate, y desde dentro, cambia todo aquello con lo que no estés de acuerdo.
No podemos dejarle toda la responsabilidad al papa, a los obispos y a los sacerdotes, si esa fuera la voluntad de Dios, no habría inventado a los laicos. No importa cuál sea tu realidad, llegó el momento de salir de tu zona de confort y hacer algo por tu Iglesia. San Pablo constantemente compara a la Iglesia con el cuerpo humano para ayudarnos a entender la importancia de cada uno de sus miembros, y dentro de esta comparación siempre menciona a Cristo como la cabeza. Efectivamente el cerebro es "el centro de operaciones", pero es imposible que un cerebro sobreviva por sí solo. Así de generoso es Dios, siendo él todopoderoso, decide "necesitarnos" para cumplir su misión.
Así que ya lo sabes, Cristo te necesita, la Iglesia te necesita. ¿Que si es perfecta? ¡Claro que no lo es! Está formada por seres humanos limitados y necesitados unos de los otros. Así que basta de pesimismo absurdo, es momento de ponerse las pilas para la construcción del Reino. Jesús ya hizo su parte al derramar hasta la ultima gota de su sangre; y la sigue haciendo acompañándonos en cada paso que damos, ahora es nuestro turno; nos toca dejar de criticar y empezar s actuar, que cuando alguien nos pregunte qué mosco nos picó, podamos contestar con una sonrisa: "es que soy católico y vivo como tal".
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