Estamos en el mes de mayo, por todos lados se
ven anuncios acerca del día de la madre, incluso muchos de nosotros ya nos
estamos quebrando la cabeza pensando en cómo podremos organizar el mejor
festejo para aquella que nos trajo al mundo. Sin embargo, así como queremos y
apapachamos tanto a nuestra madre en la tierra, ¿hacemos lo mismo con nuestra
madre del cielo? El pensar en María en lo personal me llena de amor y de
admiración.
En ocasiones me imagino que puedo viajar en el
tiempo al momento exacto de la anunciación. Lo veo perfecto, María, una
chiquilla de no más de 15 años, en su casa rezando. ¿Qué otra cosa podría estar
haciendo en ese momento? Tantas veces que pedimos de Dios una señal y ¡hacemos
todo menos ponernos en su presencia! Si buscas respuestas, ponte de rodillas y
créeme que Dios te contestará, así como lo hizo con María. En ese momento de
oración es que se aparece el ángel. Primero la saluda, pero no con un saludo
cualquiera, sino que le dice: “Alégrate María, llena eres de gracia, el Señor
está contigo”. ¡Qué saludo tan raro pero a la vez tan cierto! María tiene que
estar alegre, plena, porque está llena del amor de Dios. Así deberíamos vivir
siempre nosotros, felices porque nos sabemos amados por Dios, porque todas nuestras
acciones son movidas por el amor. ¿Por qué tantos se sienten solos y vacíos?
Porque no se dejan llenar por la gracia de Dios, sólo el amor de Dios puede
llenar cualquier vacío del corazón.
Pero siguiendo con nuestra historia, María se
extraña con aquel saludo, mas el arcángel Gabriel la reconforta, le pide que no
tenga miedo, y entonces, le suelta la bomba: va a ser madre de Dios. Una de las
tantas cosas geniales de María es que en lugar de dudar, pregunta ¿cómo puede
ser? Es decir, qué tiene que hacer ella para que las cosas sucedan. ¿Esa es tu
actitud ante las pruebas de la vida? Cuando se te presenta un reto, ¿cómo
reaccionas? ¿Le reclamas a Dios o a los demás? ¿Te quejas? Aquí María nos
enseña a ponernos las pilas para construir el Reino de Dios. A lo mejor tienes
un apostolado en tu parroquia, o a lo mejor no, pero en donde quiera que estés
tienes una vocación muy especial y María
nos pone el ejemplo de perder tiempo y poner manos a la obra.
Gabriel muy amablemente le contesta su pregunta:
el Espíritu Santo la cubrirá con su sombra, por eso su hijo será llamado Hijo
de Dios. Casual, sobre los hombros de María está el destino de la humanidad.
Dios quería venir al mundo, y para hacerlo quería una mamá, y la escogió muy
bien pero no le impone nada, sino que le pide permiso. Pero María siendo quién
es simplemente responde: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra”. María dijo sí, con toda fortaleza y con toda humildad. Dijo sí al
amor porque estaba llena de amor. María le dijo que sí al ángel, toda su vida
le dijo que sí a Dios, ella con su ejemplo nos enseña a confiar ciegamente en
el creador, a poner ante todo al amor. Con ese sí de María se escribe una
historia de amor hermosa, que empieza con el amor que le tuvo en la tierra a
Jesús y que continúa hasta el día de hoy con el amor que nos tiene a ti y a mí.
Sigamos siempre el ejemplo de María, siempre digámosle sí a la voluntad de
Dios, sí a la humildad, sí al amor y encontraremos la felicidad para nosotros y
para los demás.
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