HAGAN LO QUE ÉL LES DIGA

María aparece muy pocas veces en la Biblia, pero cuando lo hace, nos deja grandes enseñanzas y muestras de su amor. Uno de mis pasajes favoritos es el de las bodas de Caná. María dice ¡9 palabras! ¡¡Solamente 9!! Y eso es todo lo que necesita para demostrarnos su gran amor. Pero me estoy adelantando, empecemos por el principio. Una pareja, como una más, se casa y María y Jesús son invitados a la pachanga. Es fácil de imaginar el momento: la fiesta en grande, los novios saludando por aquí a unos amigos, por allá a unos parientes, Jesús entre los invitados pasándola bien, cuando a María se le ocurre interrumpirlo con la noticia de queda ya no hay vino.

A ver, ¿por qué María es la primera en darse cuenta de la escasez del vino? ¡Porque ella estaba en la cocina ayudando! Ya nos está enseñando cómo funciona el seguimiento a Cristo, en el servicio. Ella era una invitada, podía estar pasándola bien con todos y decide ayudar en la cocina. Lo más hermoso de esta situación es cómo sigue vigente, hasta nuestros días, María está al pendiente de nosotros, de qué nos hace falta, cómo vivimos y va con su hijo a pedirle su ayuda para resolver nuestros problemas. María sabe que sólo Jesús puede ayudarla y simplemente dice: “No tienen vino”. La respuesta de Jesús deja sin palabras “Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía”. Jesús estaba esperando que el Padre le diera algún tipo de señal para iniciar su ministerio y esa señal llega por boca de María. Si la respuesta de Jesús me sorprende, la de María después de esto me fascina, pareciera que le vale si Jesús ya debe o no empezar su vida pública, a ella sólo le interesa ayudar a los recién casados. Así que sólo les dice a los criados: “Hagan lo que él les diga”. ¡Cómo no asombrarse ante esta escena! Es María quien logra el primer milagro y ella no es quien tiene el poder, ella sólo se acerca a su hijo y da instrucciones muy claras a los criados. Y volvemos a lo mismo, la historia no deja de ser cierta en nuestros días, hoy María se dirige a Jesús para pedirle por ti, pero al mismo tiempo te da una orden, haz lo que él te diga.

No podemos ir por la vida encomendándonos a la protección de la virgen, tener un rosario colgado del cuello y ya con eso decir que somos marianos. No funciona así, el verdadero mariano hace lo que Jesús le pide, y esto se reduce en un palabra, amor. Y no siempre la tenemos fácil, al igual que los criados; el texto bíblico nos dice que llenaron 6 tinajas de aproximadamente 100 litros cada una. ¿A poco crees que tenían mangueras en ese tiempo? Fueron sabrá Dios cuántas veces al pozo por agua para lograr llenar esas tinajas, igual nosotros, no podemos quedarnos cruzados de brazos esperando que María nos haga el paro con Jesús y todos nuestros problemas queden resueltos, debemos poner nuestro casi nada y así Dios ponga su casi todo.


Alrededor de 600 litros de vino, suficiente para la fiesta, la luna de miel y para un rato más. Cuando Dios da, lo hace en abundancia, y sin reparos. Cuando el encargado de la fiesta prueba el agua convertida en vino se asombra de la gran calidad de éste. Así funciona Dios, nunca se queda con nada. Por eso, hoy te invito a que te encomiendes a la Virgen María, ella sigue teniendo vara alta con Jesús, ella te ama y siempre está al pendiente de ti, sólo te pide una cosa, haz lo que él te pida, ama con todas tus fuerzas como ella siempre lo ha hecho.

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