
Tengo muy presente hace algunos años, a pesar de que todo parecía andar bien en mi vida, me sentía sola, incluso abandonada. Me tocó organizar una hora santa, me fui por el tema más fácil para la reflexión, “Dios te ama”. Creo que es la mayor verdad del mundo y la más difícil de creer. La verdad no me acuerdo de la reflexión, qué habré dicho, qué citas se meditaron, pero lo que sí recuerdo fue que el sacerdote no pudo acompañarnos, así que nos hizo el favor una de las ministros. Al final de la hora santa, después de reservar al Santísimo, la señora se acerca a mí y me agradece por la reflexión. La mujer estaba llorando!!! Mis palabras le habían llegado al corazón!! No lo podía entender, yo me sentía muy mal, hablaba del amor de Dios porque era algo de lo que había hablado infinidad de veces, no porque en ese preciso instante lo sintiera. Llegué a la casa, confundida, deprimida, la verdad me sentía hipócrita, había hablado de cosas que en ese momento no sentía. Me encerré en mi cuarto y hablé por teléfono con una persona que me conoce de memoria, y entre todo mi drama me dice una palabra que me marcó para siempre: “¿Y?” Me quedé en shock cuando la escuché, porque entendí que a pesar de mis dramas personales, mis palabras no dejaron de ser ciertas, entonces no estaba siendo hipócrita, sólo estaba haciendo mi deber, dejando de lado pequeñeces, como mi sentir en ese momento para hablar del amor de Dios a otros.
Esa noche me marcó para siempre, la hora santa, la reacción de la ministro, la conversación telefónica que duro sabrá Dios cuántas horas… Y ahora, años después, vuelvo a recordar ese incidente. Otra vez no estoy en el mejor lugar emocionalmente, sin embargo otro evento, a lo mejor insignificante me pegó. Estaba en la oficina, al lado de mí se sienta una becaria, una niña muy linda, y creo que mis instintos de hermana mayor se activan con ella. No recuerdo qué dijo y mucho menos qué le contesté, pero su reacción me dejó sin palabras: “Liz, no se cómo le haces pero todo el tiempo irradias felicidad, quiero ser así”. Cambié el tema y nos pusimos a trabajar nuevamente. Pero mi cabeza entró en sobremarcha, yo? irradiar felicidad, todo el tiempo? Yo, que a veces dudo si realmente estoy deprimida o sólo estoy un poco melancólica? Es en momentos como este que te das cuenta que Dios esta contigo todo el tiempo. De qué otra forma puedes irradiar felicidad cuando ni siquiera estás segura de sentirla?
Y vuelvo un poco al punto anterior, ¿y? No importa por lo que estemos pasando, alguien te necesita, tu sonrisa, tu consejo, a lo mejor sólo tu hombro para llorar, no lo sé. Estamos tan acostumbrados a vivir en un mundo tan egoísta que se nos olvida que hay gente a nuestro alrededor, y no podemos permitir que esto siga así. Te estoy hablando a ti, tú que ya conoces a Dios, a lo mejor de oídas o a lo mejor de en serio, debes tener dos cosas claras en la vida, la primera, Dios te ama con locura; y la segunda, hay miles de millones de personas que no se saben amadas por Dios. Es ahí donde entras, tú tienes que decírselos. A lo mejor con palabras, pero sobre todo con acciones, nadie en el mundo debe sentirse solo porque nadie está solo, Dios está con cada uno de nosotros, y para los que son como Santo Tomás que necesitan ver para creer, nos puso a ti y a mí. La pregunta ahora es, estás dispuesto a llevar a cabo esta gran misión?
Comentarios
Publicar un comentario